Cantigas de Cruz y Luna.

Cervera del río Alhama, una pequeña villa castellana donde cristianos, judíos y musulmanes conviven en secular armonía, envía sus mejores gentes a la campaña de las Navas de Tolosa. Les acompaña la dulce Zahara, arrastrada contra su voluntad a una aventura donde, para sobrevivir, habrá de ser más fuerte que los más intrépidos cruzados.

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La novela

La novela
Una historia de aventuras en Cervera del río Alhama, una perspectiva nunca vista de las Navas de Tolosa

lunes, 21 de enero de 2013

Las calzas medievales


Las calzas fueron una de las prendas de vestir más características de la edad media, y quizás una de las que menos nos hemos detenido a pensar.
Las vemos en las representaciones de la época como unos pantalones ceñidos que vestían los hombres de la época, pero no nos hemos parado a pensar que en aquellos años no existía la lycra ni las mallas de ballet.
Pensemos un poco entonces en lo que debía ser embutirse en unos pantalones no elásticos y que una vez puestos tenían que adaptarse perfectamente a las piernas de su propietario. Para más dificultad, podemos leer las ordenanzas de calceteros (los sastres especializados en confeccionar las calzas) de Córdoba y Sevilla que estas prendas se realizaban con estameña, lienzo naval (tela media de algodón o lino), paño o cordellaje, forrado y reforzado con cañamazo o paño. Podían incluso decorarse con hilo de oro o plata. Esto nos puede dar una idea de la resistencia y rigidez de las calzas así confeccionadas.
Llevados por el snobismo, se llegaron a confeccionar calzas que incluían el calzado, las calzas de soleta, de las que podemos imaginar el suplicio que habría de ser el embutirse en ellas si querían que quedara bien ceñido.
Los ricos y nobles confeccionaban sus calzas con paño florentino o estameña teñida de rojo. Nunca se empleaba la seda para confeccionar calzas, debido a que este tejido no es en absoluto elástico, lo que imposibilitaba su empleo en prendas que debía quedar adheridas a las piernas. Los pajes y criados de rango se compraban las prendas confeccionadas con grana de Londres, que era un paño fino muy apreciado en la época, el resto, la gente común, se las hacía de cordellate, un tejido basto de lana con trama de cordoncillo.
Hasta tal punto se mantenían estas normas en el vestir, que nuestro cronista preferido cuenta en una de sus anécdotas:

Que estando los de Velasco en Villatomín y los suyos (los de Salazar) en la Cerca, vió Lope García a Ferran Pérez de Ayala y a Sancho Martinez de Leiba, dos tipos a los que tenía ganas desde hacía ya tiempo. Se las arregló Lope para que entre algunos de sus hijos, ayudados por un buen criado, Regexe de Gamboa, trabaran pelea con los citados. Hubieron de caer muchos muertos y heridos antes de que los Velasco se dieran por vencidos y se replegaran a la villa de Medina.
 1440. Del libro de las Horas
de Catalina de Cleves
Tomaron preso los de Salazar a Ferran Pérez,  pero se les escapaba Ferránd Sánchez de Velasco, de manera que Lope de Valpuesta, hijo bastardo del de Salazar, montado en su caballo Palomo, cabalgó tras él hasta alcanzarle, cruzaron sus lanzas y consiguió derribar al de Velasco. Viendo el lance uno de los escuderos de Velasco llamado Perejón de Lezama,  cuando el de Salazar se disponía a travesar al de Velasco, le lanzó semejante pedrada que dando en la cabeza al caballo blanco de Valpuesta, le hizo hincar las rodillas en tierra. Aprovechando el momento, montó al de Velasco en su propio caballo y le permitió ponerse a salvo a costa de su propia vida. Porque se recuperó el buen Palomo del golpe y montando de nuevo en él el de Salazar cargó contra Perejón y le arrancó la vida de un lanzazo.
Luego, de nuevo caballo y caballero recuperados del golpe, corrieron tras el de Velasco que se alejaba. 
Le tenía ganas el de Salazar al de Velasco por que sabía que un judío de Medina le había ofrecido mil reales de plata si le entregara su caballo Palomo, pero cuando llegó montado en él a las puertas de la villa nadie se atrevió a intentar arrebatárselo.
Escapó el de Velasco, pero dejó en el campo su estandarte y las sobrevestas de su bridón. Murieron allí Perejón y muchos otros más de su linaje y muchos más aún hubieran muerto si no fuera porque Lope García dijo a sus hombres y criados que solo mataran a los que vestían calzas bermejas,  que eran hidalgos, que los otros eran hombres comunes de la zona sin ninguna importancia.

Besamanos a Fernando V por los vizcainos en 1476

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Bilbao en el siglo XV

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Así se supone que podía ser Bilbao a finales de la Edad Media

Casa torre de Etxaburu (fotografía de Txemi Ciria Uriarte)

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La casa, origen del linaje, razón de ser de los bandos

Espada de mano y media, también llamada espada bastarda - 1416

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Armas de lujo para los privilegiados de la tierra

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